Sebastián Mantilla Baca
smantilla@elcomercio.org
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| miércoles 23/02/2011.- El Comercio
El Ecuador vive momentos de hiperrealismo mágico. Es algo que nunca se dio en la literatura pero que ha tomado forma en la política. La salida del Gobierno de figuras de la izquierda y del proceso como Alberto Acosta, Gustavo Larrea, Betty Amores, Gustavo Darquea y muchos otros ha estado acompañada con el fortalecimiento de personajes siniestros como Alexis Mera y Vinicio Alvarado.
Ambos son quienes ahora portan la bandera de la nueva izquierda en el Ecuador. Patiño, Ponce, Mora, Salgado, Vera, Soliz, Cordero y Barrera se han quedado al margen.
Mera y Alvarado son los autores del último gran proyecto de la “revolución ciudadana”: hacer una consulta popular para que la gente vote sobre algo que es inconstitucional y así tener el respaldo suficiente para “meter la mano en la justicia” y dar la estocada final a la prensa corrupta.
La receta socialcristiana se repite. Controlar la justicia permite “cuidar las espaldas” y perseguir a quien no quiera someterse a los dictados del poder. Controlar el contenido de los medios cumple un papel clave cuando se trata de taparlo todo y esconder denuncias de corrupción o violación de los derechos humanos.
Como la gente no termina de despertarse, hay espacio para el cinismo. A menos de 2 años de aprobada la Constitución, tienen la desfachatez de afirmar que solo quieren cambiar 10 de 444 artículos. Solo 10. Los suficientes para controlarlo todo.
Quienes nunca tuvieron oportunidad ni capacidad para leer a Marx o a Lenin, catalogan a los otros de “izquierda infantil” o “románticos”. Como ha dicho Mera, “porque no tienen idea de lo que se debe hacer para conducir un país”. Implica irse encima de todo y pisotear incluso la Constitución. Los conductores de esta nueva versión de la izquierda consideran que no hay que trabajar en el proceso de cambio sino en la figura del caudillo. Por ello la necesidad de ir hacia posturas neoconservadoras como imponer el orden a través de sistemas más represivos, tomarse la justicia, amedrentar a los medios y copar todos espacios de poder.
Esa es la lógica. Cuestionar y pedir coherencia no está permitido, peor aún hablar de los negocios del hermano del Presidente o de la sorpresiva opulencia de sus más cercanos colaboradores.
Me siento frustrado. Solo nos falta que los ideólogos de la nueva izquierda, Mera y Alvarado aparezcan con camisetas del Che. El hiperrealismo mágico que vive el Ecuador es desconcertante. Les propongo, más bien, una idea: reemplacen la imagen de Bolívar y Eloy Alfaro por la Febres-Cordero. Eso sí sería más coherente. Quedaría incluso muy bonito en las camisas bordadas de Correa.
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